Una de las cosas más difíciles de encontrar en el teatro actual son espectáculos que lleven en su espíritu un proceso de creación verdaderamente libre. 30/40 Livingstone tiene la gran cualidad de transmitir esta libertad tan añorada, así como una personalidad y originalidad muy especiales. Desgraciadamente, el hecho que Sergi López y Jorge Picó, directores e intérpretes del montaje, hayan creado lo que han querido no excluye el resultado de ser una propuesta algo fallida. Llena de referencias psicológicas y antropológicas, la obra plantea la historia de un hombre que busca… a pesar de que no sabe muy bien qué. Este conflicto se mueve en un terreno de teatro del absurdo repleto de metáforas sobre la vida y la sociedad y un trabajo de expresión corporal al estilo Jacques Lecoq bastante interesante. El problema es que la idea inicial no acaba de desarrollarse de forma satisfactoria, la narración es demasiado repetitiva y, más allá de alegorías con más o menos fortuna y ciertas referencias a la actualidad muy forzadas, el texto no nos lleva a ninguna parte. Disfrutamos, eso sí, de un Sergi López entregado y un espacio escénico muy bien aprovechado. Sin embargo, contiene demasiados fragmentos aburridos y, en conjunto, todo su potencial se queda a medio camino.
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