Dicen que las vidas imaginadas siempre son mejores que la vivida, y esta obra viene a corroborarlo. El texto de Joan Yago, dramaturgo de La Calòrica, pone sobre el escenario temas como la precariedad laboral y emocional, las expectativas vitales frustradas o la inercia de la vida adulta, y lo hace con el tono de comedia al que nos tiene acostumbrados. El gran logro está precisamente en la capacidad de hablar de estas tragedias humanas desde la comedia, dando como resultado un texto tan cómico como desgarrador.
En el escenario, Anna Moliner y Joan Negrié interpretan a una pareja sentimental y laboral. La obra arranca cuando están preparándose para ofrecer un número musical de duetos amorosos históricos en las fiestas mayores de un pueblo. Los personajes están diseñados para crear comedia a través del contraste: él es un quejica pesimista mientras que ella es una optimista que tira adelante con todo, o así empiezan.
A través de un texto magistralmente hilado, irán abriendo diversos conflictos hasta llegar al corazón del problema, como si de una matriuska se tratará. El drama llega cuando por fin se sinceran y se atreven a hablar de su relación. Recursos como la entrevista en televisión o el técnico de sonido en off alivian y dan más aire a la comedia.
Finalmente, en número musical cierra el mensaje de esta propuesta que nos recuerda la capacidad balsámica de la música. Al igual que los personajes trabajan para que el público se olvide de sus problemas, lo mismo les sucede a ellos. Porque en el espectáculo es donde vivimos todas las vidas que podíamos haber vivido, y no hay nada más sanador que eso. En definitiva, una pequeña gran joya tan divertida como dolorosa, imprescindible para los amantes de la comedia y del teatro en general.