La familia es aquella entidad que reconforta, pero también atrapa y satura a veces. Estar juntos puede ser una alegría, y estar demasiado juntos demasiado tiempo puede crear un monstruo. Pero, ¿y si estar juntos hace sumar? ¿Y si potencia la creatividad?
Parece que eso es lo que pasa con esta obra, porqué pese el estruendo que se arma encima del escenario, la familia Pla-Solina no deja de mostrar un torrente de ideas y creaciones artísticas diferentes. En este relato, Oriol Pla y Pau Matas exponen la relación que tiene el primero con su familia. Fueron la familia Travy durante los años en que actuaron juntos bajo el paraguas del clown, el teatro folklórico y popular, pero Oriol decidió dejarlo y dedicarse a dramaturgias más serias. De esta comparativa entre dos maneras de entender el teatro y el arte habla esta producción que, aunque hay desencuentro en muchas ocasiones, no deja de transpirar estimación y respecto por el teatro, su tradición y su historia.
Todo empieza cuando Oriol visita la familia para proponerles montar un espectáculo juntos donde expliquen su realidad: la historia como juglares, sus disputas y como han ido cambiando o evolucionando cada uno. Él será el directo y entre todos lo crearán…pero no será tan fácil como se podía imaginar. ¿Será esta escena ficción o estará basada en un momento real?
El texto y la puesta en escena es una maravilla, alegría y gozo. La familia al completo, con sus peculiaridades genuinas cada uno, hacen pasar un rato divertido y entrañable al mismo tiempo. La rapidez de los diálogos, la espontaneidad fingida –pero creída por el público totalmente- y la fina línea entre realidad y ficción que se va desdibujando en cada escena, atrapan desde el principio. La espectadora cree que cada discusión, las pisadas de texto, los “accidentes” y las confesiones son reales. Pese a la locura que representa la obra, se traslada de manera muy sencilla una sensación de familiaridad y, sobretodo, de felicidad al público.
Es refrescante y muy interesante ver a Oriol Pla este papel de juglar, divertido y alocado, y el tándem con su hermana Diana es de lo más hilarante y surrealista. Pero es necesario destacar con especial emoción la interpretación de Quimet Pla y Núria Solina, los padres, que demuestran que han nacido para dedicarse al arte de entretener y emocionar.
Risas cómplices en el patio de butacas y la sensación de haber estado durante una hora con la familia, poniéndose al día de lo que ha pasado desde la última vez que se ha hablado y explicando qué se espera del futuro. Divertido y reconfortante al mismo tiempo.