El año 1972 Jule Styne y Bob Merril estrenaron en el Majestic Theatre de Nueva York el musical Sugar, basado en la famosa película de Billy Wilder Somelike it hot. Ahora es la primera vez que se representa en catalán, pero no la primera ocasión en que se adapta al pequeño formato. Sea como sea, en la Sala Gaudí encontramos quince actores y cinco músicos que actúan en un espacio prácticamente vacío. Lo cierto es que a veces parece que la obra pida algo más de espectacularidad y un refuerzo musical más amplio, pero si nos ceñimos a la producción y al espacio elegido creo que el conjunto es más que notable.
Otro de los handicaps de Sugar es que sigue al dedillo el guión de la película, y esto nos transporta a muchos espacios escénicos diferentes y a situaciones que nos conocemos de memoria. Aún así, no dejamos de reír con los protagonistas cuando se travisten –Ivan Labanda y Xavi Duch– ni de sorprendernos con algunas de las coreografías que ha ideado Laura Olivella. La partitura es a ritmo de jazz y las canciones no son inolvidables, pero sí bastante resultonas. El reparto las defiende con solvencia, a pesar de que a veces el sonido no es el más adecuado y no todas las voces empastan igual de bien. Sin embargo, auguro una larga vida a este Sugar y una respuesta muy positiva de parte del público barcelonés.