Dos amantes (Henry Miller y Anaïs Nin), escritores viscerales, unidos en una pasión total. Años de cartas y encuentros sexuales y creativas que consolidaron sus carreras literarias y vitales hasta desembocar en amistad, en un final circular que me encantó. Literatura pasional, la decisión conjunta pero individual de escribir sobre lo que mejor conocen: ellos mismos.
Iba con miedo de que fuera una propuesta pedante. Pues en absoluto. Encomienda las ganas de escribir (el tópico de la renuncia a lo material -aunque con marido mecenas, eso sí- para entregarse al arte sigue siendo potente) y me hizo reír mucho. En un ejercicio dificilísimo, los actores pasan en segundos de ser los complejos escritores, amantes, rebeldes, insaciables de vida, a los actores reflexionando de manera hilarante sobre los personajes, sus vidas, las pasiones …
La iluminación y sonido son otro personaje más en la habitación donde viven sus pasiones literarias y amorosas / eróticas, hay mucha poesía y el texto es riquísimo con reflexiones sobre si hay algo más creativo que la vida, por ejemplo .
Espléndidos Ángela Palacios (magnífica Mirta en espera) y Carlos Martín-Peñasco, sin buscar hacer simpáticos a los personajes ni empatía forzada sino trasladarnos la pasión creativa y sensual que los mantenía vivos y el peso de la autobiografía en la creación.
No soy yo muy de teatro experimental (soy clasicón) pero cuando conecto, el placer es doble. Una propuesta con humor y reflexión que alimenta la mente y la pasión.