La Tempestad es uno de los textos más fascinantes del dramaturgo inglés. Ha sido siempre una obra inclasificable, en la que la magia y la fantasía hacen acto de presencia y dotan al conjunto de un aire casi mitológico. Es un texto con grandes parlamentos y maravillosos personajes (Próspero, Ariel, Miranda, Calibán…), que costará encontrar en esta particular versión de la compañía Projecte Ingenu. De hecho, esta nueva creación toma la obra de Shakespeare sólo como pretexto para poner imágenes al pasado y a la memoria perdida del viejo Próspero. Pero, de hecho, podría ser el Duque de Milán o cualquier otro personaje que, llegado a la vejez, se da cuenta de las capacidades que va perdiendo y se aferra a los recuerdos como único salvavidas.
El proyecto que ha dirigido Marc Chornet se basa en el teatro físico y prácticamente no utiliza la palabra, pero sí la música, las canciones e incluso la danza. Lo más fascinante de todo es el magnífico trabajo de puesta en escena, gracias a la perfecta unión de escenografía, iluminación y movimiento escénico. Todo ello consigue una estética fascinante que nos adentra en el mundo onírico desde el primer minuto -la escena de inicio con las velas consigue un efecto brillante- y que va acompañándonos hasta un final donde prácticamente todo desaparece ante nuestros ojos. Todo, menos el viejo Próspero dentro de su bañera, como un náufrago que se ha salvado del naufragio… El naufragio, evidentemente, de su larga y devastada existencia.