La reputación de Sergi López como actor continúa siendo, pasados los años, muy buena y, cada vez, más merecida. Aún así, va bien comprobar, en vivo y en directo, los motivos del prestigio interpretativo que posee tanto entre los compañeros como entre el público. En Non solum, el artista hace una demostración en toda regla de su dominio de la escena, de la narración, la técnica y la energía. Con una expresividad física portentosa, al más puro estilo Lecoq, la propuesta combina un simpático sentido del humor con una curiosa reflexión filosófica sobre la identidad, el doble y la defensa de los individuos ante la masa. El texto, escrito junto a Jordi Picó y ganador, en su momento, del Premio Max, es original, ingenioso y un ejemplo de sencillez. Además, sirve como vehículo de lucimiento de su protagonista que consigue hacernos ver encima del escenario decenas de personajes interactuando al mismo tiempo sin ninguna dificultad. Quizás el único problema del montaje es un falso final que sucede al acabar el segundo tercio de la obra que cuesta de remontar y lastra mucho el hilo conductor y el buen ritmo que, hasta entonces, se llevaba. Sin embargo, el show todavía tiene tiempo de regalarnos unas pinceladas de bufón y de clown excelentes que complementan la idea inicial y dejan un sabor de boca definitivo muy satisfactorio.
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