Heredera de la tradición literaria del viaje iniciático y novelas como On the road (1957) de Jack Kerouac, la road movie es un género cinematográfico que trata, con estructura episódica y un desplazamiento geográfico como metáfora, la revelación de un personaje sobre su propia identidad o la del territorio que atraviesa. Cogiendo mucho de este espíritu aventurero y mezclándolo, teatralmente, con el de una crónica periodística o documental, Ernesto Collado escribe, dirige y protagoniza esta entretenida pieza que, por encima de todas las cosas, está defendida con mucha dignidad y de forma honesta y divertida. Montaldo cuenta la historia de un hombre que se marcha a Texas (EE.UU.) a investigar la figura de un catalán mudo y tímido que, en el siglo XIX, se convirtió, según la leyenda- en jefe de una tribu de indios . Este punto de partida, curioso e interesante, llena gran parte del espectáculo que aguanta, básicamente, por la proximidad interpretativa del actor, su sentido del humor, su capacidad narrativa y su carisma y espontaneidad innegables. Sin embargo, el desarrollo del monólogo cae demasiado en la anécdota sin conseguir que el relato tome un poco más de profundidad. Del tal Montaldo, finalmente, poco aprendemos más allá de la premisa; y el territorio, un marco ambiental exótico, tenía muchas posibilidades de las que se aprovechan sólo unas pocas. Tampoco obtiene el peso que le corresponde el conflicto del mismo narrador, la transformación del cual no es tan reveladora como debería. Ahora bien, la duración en conjunto es adecuada. En ningún momento, se hace pesado o aburrido. Algunas partes resultan bastante divertidas y los momentos más surrealistas de verdad funcionan. En este sentido, como descripción de un viaje lleno de vivencias resulta excelente… aunque no tiene suficiente contenido para trascender un poco más que las anotaciones simpáticas del diario de un viajero inteligente.
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