Pasando cuentas con el amor

Love, love, love

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Love, love, love → La Villarroel
22/10/2023 - La Villarroel

Que las relaciones son complicadas no es un secreto y que cada familia es un mundo, tampoco. Está claro que aquellos que han vivido un tipo de relación en cada esperan en el futuro un marco igual o parecido, pero eso no quiere decir que sea fácil y que sea la realidad. Las personas son complejas y sus relaciones aún lo son más.

En esta producción se ve la evolución de una pareja y su familia en tres décadas diferentes. Empieza con el encuentro de Kenneth y Sandra enamorándose en la América del flower power, para pasar a vivir después en un adosado ya casados y con dos criaturas en los años noventa, y acabar en la época actual con unos hijos y unos padres que no se esperaban ese futuro.

Texto divertito que hurga con reflexiones que van más allá de saber si se ha llegado a donde se quería. Mike Bartlett es muy hábil haciendo servir un lenguaje directo y sin tapujos que tiene en el personaje de Sandra el más descarado y sin pelos en la lengua. Todos los personajes dicen lo que piensan sin ningún filtro, esperando provocar a su interlocutor para que se produzca una reacción que demuestre que tienen razón.

Laia Marull y David Selvas, como la pareja protagonista, tienen los papeles más divertidos a interpretar. No se dejan nada guardado. Selvas especialmente tiene en Kenneth uno de los mejores trabajos que ha hecho. El público se olvida del actor y pide cuentas al personaje que entre excusas de mal pagador no afronta del todo sus responsabilidades. Destaca especialmente su naturalidad para ejercer de soñador que ha pisado tierra y que, en el ejercicio de su egoísmo, no está para tonterías. Marull transpira vitalidad y despreocupación, una energía muy potente, pero que a veces no acaba de estar con sintonía con la de su compañero de escena. Aún así, se le debe a ella la fuerza de su personaje. Clara de Ramon y Marc Bosch están magníficos en sus interpretaciones, lástima que sean demasiado cortas y que no den más juego.

El montaje tiene el sello inconfundible de Julio Manrique, que utiliza con maestría el lenguaje audiovisual para contextualizar la acción y ofrecer referencias al público para que se sitúe en cada momento. La banda sonora vuelve a ser un elemento clave de la producción que envuelve magníficamente toda la puesta en escena.

Historias diferentes y fuera de la norma que anima a ver un teatro que pasa de convencionalismos para acercar a la espectadora a las relaciones humanes desde un punto de vista emocional.

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