Cuando un acusado no puede demostrar del todo su inocencia y el juez no puede demostrar su culpabilidad, entramos en un juego dialéctico y en un tira y afloja que hace sacar de cada uno las mejores habilidades y los recursos más sofisticados. Esta es precisamente la premisa de Imposible, un largo interrogatorio que atrapa al espectador y lo somete a la tensión propia de los trhillers… aunque aquí sea más importante la palabra y la estrategia, que no la acción.
Imposible es la adaptación teatral de una novela del italiano Erri de Luca, conocido por su larga trayectoria literaria y su papel como activista político. Ramon Simó se encarga de su adaptación teatral, y también de la dirección, que resulta tan funcional como eficaz. De hecho, Simó ayuda con muy pocos elementos a que la palabra y la argumentación sean las verdaderas protagonistas, sin dejar de lado los elementos teatrales que permiten cambiar de escenario, de personaje o de situación (los momentos a la celda, mientras el protagonista habla con alguien ausente son un buen recurso y una buena opción).
De este montaje teatral, sin embargo, hay que destacar especialmente el meticuloso trabajo de Lluís Soler. Su interpretación raya la excelencia y pone de manifiesto que es uno de los más grandes actores de nuestra escena, tanto por los matices como por la composición de un personaje controvertido y nada evidente. Lo secundan muy bien Bernat Quintana en el papel de juez, y también Guillem Albasanz en dos roles de apoyo que sirven para aligerar y dar más cuerpo a la narración.