Cuando se lleva a escena una obra satírica, y si además es un texto de Serafí Pitarra, se tiene que calcular donde se encuentra la línea que la separa la caricatura más ácida del ridículo más espantoso. Y esto lo tiene muy claro Jordi Prat i Coll, director de la adaptación. Sus actores juegan hasta el límite y saben ganar con ventaja.
Liceistes i cruzados es un texto tan musical, no solo porque se hable de ópera, sino porque los versos respiran música en todo momento. Y cuando el piano de Andreu Gallén hace acto de presencia, crea un diálogo entre texto y música que la magia que desprende el conjunto rompen el espacio-tiempo con una facilidad innata.
Unos actores extraordinarios y un texto muy bien adaptado hacen que resucite el mismo Pitarra, en la Sala Petita del TNC, y salgas del teatro con una sonrisa de oreja a oreja.