El misterio y el terror son géneros que no llegan mucho a los escenarios. Es por eso que los fans están ahora de suerte con esta obra que adapta relatos de W. Jacobs, Barry Perowne y Frank Belknap Long. Coge uno de los cuentos más conocidos de cada uno y los va alternando durante todo el montaje teatral, intentando incluso ciertos vínculos -un poco endebles, todo hay que decirlo- entre las diferentes tramas. Creo precisamente que lo que quizás no acaba de funcionar es la fragmentación de los cuentos y la forma como se han intercalado, sobre todo en la parte final. Los desenlaces son irregulares: alargados en algún caso y precipitados en otros, hasta el punto que alguna historia deja demasiados interrogantes abiertos.
Lo mejor de L’habitació tancada, sin embargo, es la ambientación que se ha conseguido con muy pocos elementos. Por lo tanto, es fácil entrar en un clima enrarecido, fantasmagórico y de locura, en el que el buen trabajo de los actores también tiene mucho que ver. Estamos delante, pues, de un montaje que llamará la atención de un público muy concreto y especializado, pero que puede distraer también a un tipo de espectador más general. La apuesta del Versus por este tipo de espectáculos -recordemos L’empapertat groc de la temporada pasada- es realmente encomiable y llena un vacío que había que reivindicar.