La Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico presenta uno de los grandes clásicos de Lope de Vega, y lo hace de la mano de Lluís Homar, que esta vez actúa y dirige. Si el año pasado nos llevaban un drama tan peculiar como Lo fingido verdadero, también de Lope, esta vez le toca el turno a una de las comedias más clásicas y conocidas del dramaturgo. Una comedia de líos frenética y casi fundacional, con todo lo que le procede: malentendidos, cambios de identidad, confusiones, travestismo, etc. Una pieza con versos extraordinarios y sentencias de aquellas que todavía sirven a día de hoy.
Homar ha optado por modernizar la pieza a base de crear una especie de ensayo abierto (técnicos y apuntadores pasean por la escena), con un vestuario anacrónico, una banda que toca de vez en cuando y un enorme cartel de neón que pone HOPE, así en inglés… sin ningún tipo de vergüenza. Una serie de recursos que lejos de aportar novedad acaban resultando absolutamente previsibles y un poco gastados. Aun así, no se puede objetar nada a la forma de decir el verso, a las interpretaciones de casi todo el reparto y a la manera en que el director consigue dotar de ritmo a más de dos horas (seguidas) de líos sin freno. Un reconocimiento a parte merecen el mismo Homar y Montse Díez, responsables de dos de los papeles veteranos de la función. Todo un acierto.