El extranjero, de Albert Camus, es una novela que cuenta con una legión de seguidores, ya sean los que ven en ella diversidad de interpretaciones o los que la consideran piedra angular del existencialismo (movimiento filosófico al que Camus no se quiso ligar nunca). Aprovechando este libro, y sobre todo la parte del juicio a Meursault, la compañía Indubio ha convertido el espectáculo en un auténtico tribunal en el que los espectadores y las espectadoras juegan un papel decisivo. Estamos delante, pues, de un teatro participativo y juguetón, pero también ante un ejercicio crítico y muy inteligente sobre el papel de la justicia a la sociedad.
Los tres actores de la compañía (Luis Maesso, Manuel Pico y Mar P. Soler) acompañan en todo momento a los auténticos protagonistas, que no son otros que algunos de los miembros del público. A pesar de que podría parecer el contrario, no hay momentos aburridos ni situaciones confusas debido a la poca experiencia de los participantes. Todo lo contrario. La estructura de la pieza, el orden de las intervenciones y las normas pactadas hacen del improvisado juicio una experiencia emocionante y colaborativa. Solo hay que ver qué sucede en los diez minutos de receso o en el debate posterior al espectáculo. Todo el mundo se ve involucrado a la historia, y las decisiones tomadas (o bien las que no se han tomado) dan pie a múltiples y constructivas discusiones.
Un teatro diferente, está claro, pero también un teatro necesario. Y es que hacer teatro es ponerse en la piel de los otros, y aquí son los mismos espectadores los que podrán disfrutar de esta sensación.