Dramatizar el horror

Jauría

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Jauría → Auditori de Cornellà
11/04/2024 - Teatre Romea

Por misterios de la producción teatral que nunca sabremos del todo, la primera versión de Jauría del año 2019 nunca llegó a Barcelona. Pasó fugazmente por Figueres, pero lo cierto es que muy pocos espectadores catalanes pudieron disfrutar de la versión protagonizada por María Hervás. Y me llama la atención porque aquel estreno, en un momento en el que el caso todavía coleaba y acaparaba titulares de diversa índole, supuso un revulsivo y un éxito muy importante en la capital española y también en otras ciudades.

Ahora llega esta versión dirigida igualmente por Miguel del Arco pero con un reparto totalmente nuevo, formado íntegramente por intérpretes catalanes. La versión ha sufrido pocos cambios respecto a la que se estrenó en enero de 2019, pero el tiempo y algunos de los hechos ocurridos desde aquel momento sí que se han incorporado y también afectan a la visión de los espectadores ante lo que están viendo. Y es que la elevación de las penas de 9 a 15 años se produjo más tarde de la fecha de estreno… y las peticiones de reducción de pena por parte de los condenados a causa del agujero legal de la ley del “sí es sí” fueron muy posteriores. Todo ello, aparezca o no en el texto de la pieza, afecta forzosamente a la visión global de un caso judicial que fue muy mediático y que cambió por completo la manera de percibir –sobre todo judicialmente- las agresiones sexuales.

La dramaturgia de Jordi Casanovas se basa en las declaraciones de los cinco acusados y de la denunciante en el juicio de La Manada. Según se dice al comienzo, se han teatralizado las situaciones y se han reducido algunas partes pero no se ha añadido nada que no apareciera en el sumario. El resultado es una dramaturgia hábil y descarnada que ayuda a dramatizar los hechos. No es hasta que aparecen las togas que somos conscientes de la procedencia de la historia, de que todo aquello fue dicho dentro de un tribunal. Y es entonces también cuando somos conscientes de la revictimización y del durísimo camino de la demandante en un periplo legal que duró años.

La interpretación de Àngela Cervantes es realmente meritoria y estremecedora. Imaginamos la dureza de entrar cada noche en la piel de un personaje como este, aguantando situaciones de humillación y de impotencia. Junto a ella, una buena muestra de los actores jóvenes más interesantes del teatro actual: Carlos Cuevas, Quim Àvila, Francesc Cuéllar, David Menéndez i Artur Busquets. Un conjunto muy compenetrado y coherente que ofrece uno de los documentos más dolorosos de la cartelera actual.

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