Dicen que las comparaciones son odiosas… y, seguramente, con razón. Por este motivo, más vale intentar hacer el esfuerzo de acercarse a ver este Incendios dirigido por Mario Gas dejando de lado el recuerdo que todos los espectadores catalanes tenemos de la ya mítica puesta en escena de Oriol Broggi. Sería una lástima no poder disfrutar en su esplendor del magnífico texto de Wadji Mouawad con un reparto de lujo sólo porque nuestra memoria juega a buscarle los parecidos y diferencias. Tanto el público que conozca la historia como el que no, se dará cuenta que se trata de una propuesta universal, sobrecogedora y una genial mezcla de tragedia clásica con una perspectiva contemporánea capaz de traspasar el tiempo y las versiones. Todo el reparto, en este caso, hace un trabajo interpretativo espléndido. Mención aparte merece la inconmensurable Núria Espert que se lleva los momentos más emotivos del espectáculo. Es imposible no sentirse afortunado de poder ver actuar todavía, a su edad, a una actriz de su categoría y trayectoria. En algunos momentos, Gas busca las soluciones más prácticas y cae en alguna estridencia que tendría que poder medirse. A pesar de esto, se trata de una de las grandes obras del teatro contemporáneo y, por lo tanto, si se le sabe sacar provecho, como es el caso, el resultado es (y será siempre) ciertamente impactante.
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