Con L’aranya y ahora con He mort el pop nos llegan los últimos actos del Año Guimerà, que se celebró en el 2024. Y este es quizás el espectáculo más original de todos los presentados, puesto que hace un repaso de tres obras guimerianas desde un punto de vista casi opuesto al ortodoxo. Estamos ante una parodia que reniega de serlo, pero que no duda en hacer bajar a Manelic de incógnito para ir a beber al bar, a meter a Blanca de Mar y Cel en un crematorio o a enchironar a Maria Rosa por su crimen. De hecho, la pieza pone énfasis en cómo el reconocido autor catalán trataba la pasión, la muerte y la violencia. Y lo hace libremente y sin corsés, pero quizás con una mezcla de géneros (el musical incluido) y tonos teatrales que a veces no le proceden. Si haces parodia, quizás mejor hacerla sin tapujos ni pretextos y apostar desde el principio y hasta el final.
No se puede negar que muchas de las situaciones planteadas -con un humor negro que le va bastante bien a los retorcidos argumentos de Guimerà– divierten y sacan solemnidad a obras que a veces se han tomado demasiado en serio. Esto no quiere decir que sorprenda ver de repente escenas del original hechas “comme il faut”, momentos dramáticos o monólogos de empoderamiento femenino. Si también añadimos números musicales un poco gratuitos y unos personajes que nos van explicando el desarrollo de la pieza como si fueran estudiosos del autor… el desconcierto puede ir creciendo entre algunos espectadores.
Dicho esto, hay que reseñar la buena utilización del espacio del Versus, así como la simplicidad y eficacia de la puesta en escena o el gran trabajo de iluminación de Daniel Gener. Y también destacar como muy positiva la idea de desacralizar textos y autores que hasta hace pocos años parecían intocables.