La Sala Hiroshima inaugura temporada con esta interesante propuesta que revisita la figura de Arlequín, el criado más popular de la Commedia Dell’Arte. Partiendo de la corporalidad propia del personaje, Ginevra Panzetti y Enrico Ticconi lo traen a la contemporaneidad a través de una coreografía gestual tan inquietante como hipnótica.
Arlequín se presenta como un diablo grotesco con aires de bufón. A partir de la hiperexpresividad de esta figura, viajamos desde la alegría al drama en un género teatral que se basaba en la improvisación sobre ciertos tramas y personajes arquetípicos asociados a distintos patrones de movimiento. En esta propuesta, sin embargo, lejos de trabajar la improvisación construyen secuencias de movimientos repetitivos y en ocasiones simétricos con suma precisión y fluidez, creando unas imágenes calidoscópicas que nos remiten a la iconografía de la decoración grutesca.
Es interesante el trabajo que realizan sobre la máscara, ya que en lugar de introducir el objeto deciden construirla con su propia gestualidad, única herramienta sobre el escenario además de un espacio sonoro envolvente y la proyección de un rombo que nos remite a símbolo de poder.
El poder de la imagen y la comunicación es precisamente uno de los temas centrales del discurso de los artistas. Nótese la variación del nombre en el título por Harle-KING, presentándolo como una figura de poder que en cierto momento de la pieza se conectará con el fascismo.
Sin duda alguna este dúo italiano sabe cómo ejercer su poder sobre el público a través de la construcción de sus sugerentes y magnéticas imágenes en movimiento. Una manera excepcional de inaugurar esta nueva temporada de la Sala Hiroshima que promete muchas más propuestas estimulantes.