Había mucha expectación ante este nuevo Hamlet de La Perla 29. No solo por el hecho de volver a adaptar la más famosa obra de Shakespeare (la primera ocasión fue en el 2009, y con Julio Manrique de protagonista), sino porque esta vez se anunciaba un acontecimiento único e irrepetible. Bien es verdad que hacer la obra en una sala de cine, y utilizando la pantalla gigante del Aribau como eje vertebrador, auguraba cosas muy interesantes… Finalmente, el resultado ha sido satisfactorio pero no ha sorprendido tanto como se esperaba. El espacio luce monumental, pero no es ni acogedor, ni queda bien iluminado, ni consigue crear tampoco una experiencia visual innovadora o trascendente.
El diálogo que se establece entre la obra de teatro y la gran pantalla tiene momentos interesantes, a pesar de que últimamente pocos espectáculos obvian el poder del audiovisual. En este caso, la diferencia está en el tamaño de la proyección, que a ratos nos muestra lo que está pasando en escena, a ratos nos ofrece un fondo estático (las escaleras de palacio) o en movimiento (el cielo de Elsinore), y en otras ocasiones muestra escenas cinematográficas que ilustran lo que está pasando. Esta última idea quizás es la más innovadora, puesto que actúa como un espejo psicológico del propio personaje. Todos tenemos un montón de referentes cinéfilos dentro de la cabeza, y a menudo pueden aparecer en situaciones cotidianas e inesperadas. Al Hamlet de este montaje se le aparece Steve McQueen, Thelma & Louise, Charles Chaplin… y muchos otros. Una decisión escénica interesante que quizás no se acaba de exprimir al máximo, y que al final parece más un capricho que un experimento.
El montaje dura tres horas y transcurre en un escenario completamente desnudo, sin escenografía ni prácticamente atrezzo. La primera parte se hace larga y un poco farragosa, pero la segunda queda más concentrada y condensa toda la pasión que parecía faltarle hasta aquel momento. También es en esta parte donde el reparto se puede lucir más, a pesar de que el esfuerzo inmenso de Guillem Balart como Hamlet es un hecho evidente desde el principio de la obra. También me ha gustado mucho el contrapunto cómico de Toni Gomila, así como la veteranía de Míriam Alamany y Carles Martínez. Cierran el reparto Elena Tarrats, Sergi Torrecilla y Marc Rius. Un total de siete actores para una obra que en su versión original tiene más de veinte personajes.
Creo que la idea de hacer este Hamlet obedece a motivos que seguramente desconocemos, pero está claro que siempre hay que aplaudir que obras tan monumentales como esta lleguen a los escenarios. Asistir a las desventuras del príncipe de Dinamarca es un lujo que no podemos perder y un deber para todo buen amante del teatro.