La actriz Catalina Calvo y la autora y directora Denise Duncan han unido fuerzas, y compartido testimonios, en un espectáculo que habla de algunas de sus despedidas más dolorosas. Y es que la obra teoriza sobre el adiós, sobre este punto preciso en el que empezamos a separarnos de alguna persona o bien a alejarnos de una situación o de una circunstancia. El espectáculo tiene ideas que funcionan, como por ejemplo la recogida de despedidas imposibles por Internet o en el mismo teatro, pero también tiene una estructura errática que no se sabe hacia qué dirección quiere dirigirse. En este sentido, creo que las historias principales, las que hacen referencia a las abuelas de la actriz y de la autora, están mezcladas en exceso y se pierden en medio de muchas distracciones.
La escenografía a base de sillas funciona, tanto estéticamente como conceptualmente. Si bien es cierto que quizás no está del todo explicada su simbología, creo que su fuerza escénica ayuda en muchos pasajes. También es meritorio el trabajo de la actriz, esforzada en representar este sentimiento de nostalgia y angustia que se puede dar en una despedida o en una pérdida. Es difícil mantener el tono durante todo el monólogo, sobre todo cuando el texto no te acompaña en exceso, pero determinadas situaciones hacen que el público entre en el montaje de una forma más fácil de lo que podría parecer. ¿Y es que quien no ha tenido que decir adiós en alguna, o en muchas ocasiones?