Ante todo hay que aplaudir la iniciativa de una productora como Beon Entertainment, que lleva unos años adaptando al género musical algunos de los más famosos best sellers y personajes de la literatura mundial. Se atrevieron con El médico, Antoine (basada en El Principito) o ¿Quién mató a Sherlock Holmes?, y esta temporada traen a Barcelona El tiempo entre costuras y, de aquí a pocas semanas, La historia interminable. Pero esto no acaba aquí, porque ya tienen en producción lo que parece, a priori, un montaje musical casi imposible: Los pilares de la tierra. Bien es verdad que de ambición no les falta, y esto es quizás lo que a veces puede jugar tanto a favor, como en contra. A favor, porque parten de materiales conocidos y exitosos, y porque demuestran no ponerse límites. A la contra, porque a veces la producción que han imaginado es tan fastuosa que finalmente solo puede llegar a medias al escenario…
Esta versión musical de El tiempo entre costuras parte de una buena partitura de Iván Macías. Quizás no hay un leit motiv bastante evidente, ni un tema que se recuerde a la salida, pero es un conjunto coherente y cohesionado, con tendencia a melodías épicas y dramáticas. Todo está rodeado de una estética también coherente, pero quizás un poco monótona. No se puede negar que hay muchos elementos escenográficos y diferentes recursos para mostrar los múltiples espacios, pero algunos se ven más torpes que otros y tampoco se aprovecha el exotismo que hubiera podido dar toda la parte de Tánger. Con el vestuario pasa un poco lo mismo: los trajes diseñados por Lorenzo Caprile para el personaje de Sira tienen una entidad y una factura que los diferencia, quizás en exceso, del resto. No negaremos que el conjunto funciona, a pesar de que no pasan por alto algunas notas discordantes (algún vestuario marroquí o el resultado de la famosa túnica Delphos, por ejemplo).
Lo más exitoso de todo el espectáculo, y quizás también lo más importante, es toda la parte vocal. Exceptuando algún pequeño desajuste con los micros, hay que decir que el conjunto suena muy bien y permite que la protagonista –una brillante Alba Cuartero– desarrolle todas sus calidades en un papel comprometido y con muchas canciones. También se permite tener sus momentos de lucimiento a Noemí Mazoy en el papel de madre, a Teresa Alba como Candelaria “La Matutera”, a Jan Forrellat como Marcus Logan y a Paco Arrojo como el portugués Manuel Da Silva. En definitiva, un musical bien cantado, con una música que convence, y con una factura técnica que cumple. Quizás no será el gran musical de la temporada, pero adaptar una historia como esta al teatro ya era un reto del que merecía la pena ver el resultado.