A veces queda un susurro en la cabeza y una sensación ligera de bonanza en el cuerpo, es estos momentos cuando una obra de teatro crea un vínculo especial con la espectadora y queda resonando durante el día después de haberla visto.
Como un homenaje a las abuelas, y también los abuelos, esta producción hace de aquello pequeño lo más importante durante poco más de una hora. Son colecciones de recuerdos lo que va conformando la identidad y el carácter de la babuixka (abuela) de Jan, los dos protagonistas de esta historia. Conocer todo lo que ella vivió y la relación que mantuvieron entre los dos es un privilegio que se tiene que vivir en directo y del cual es mejor no desvelar los detalles.
En un escenario convertido en una casa llena de flores, Jan (Pau Roca) comparte con el público momentos que van definiendo la vida de su abuela, al mismo tiempo que confiesa las complicidades que tenían o el cambio de perspectiva que tuvo él cuando creció y dio cuenta que su babuixka había sido niña, joven, hija, hermana, esposa y madre, antes de convertirse en abuela. Mientras gestiona sus sentimientos, Jan explica la vida de la que fue Carmen antes de conocerla como la abuela que vive en Madrid.
Texto precioso y una verdad latente que emana de la actuación de Roca, con especial profundidad a través de sus ojos. El intérprete narra con palabras, pero sobre todo con su mirada, llena de tristeza, nostalgia, añoranza y amor. La espectadora queda atrapada en este pozo que muestra tanto con tan poco. Las sonrisas provocadas por los recuerdos se suman constantemente a esta mirada y muestras su pertenencia. Y al lado del nieto, está Montse Colomé que casi sin articular palabra muestra todo el mundo que había detrás de Carmen, con cada movimiento y gesto demuestra el espíritu de esta mujer que lo ha visto todo.
Qué sensación tan bonita y tierna mezclada con tristeza por el recuerdo que respira esta producción, bien envuelta por todos los elementos que la rodean. Jan Vilanova hila un texto que hace revivir momentos y situaciones propias a todo el público, y lo traslada a su infancia y a los recuerdos que, poco a poco, han ido creando su identidad, su historia.