El Lector por horas es uno de los textos más relevantes de la obra de José Sanchis Sinisterra, Premio Nacional de Literatura y fundador de la Sala Beckett de Barcelona. Desde la Beckett se ha organizado el Otoño Sanchis con la idea de hacer un reconocimiento tanto a su figura como a gran parte de su inmensa obra representada en muchos teatros de Barcelona con coproducciones en otros teatros de España. En 1996 él mismo tuvo la idea de hacer un Otoño Pinter para dar a conocer el teatro de Harold Pinter. El Otoño Sanchis ha tenido una gran acogida por parte del público. En este caso, es una coproducción de la Sala Beckett, el Teatro de la Abadía de Madrid y el Instituto Valenciano de Cultura.
A Carlos Alfaro le encargan la dirección de la obra estrella de José Sanchis en la que demuestra toda su experiencia teatral como director, escenógrafo y diseñador de iluminación. Con todos estos elementos ha podido dar a toda la pieza el aire inquietante, enigmático y misterioso que el texto exige.
El planteamiento es sencillo. Un empresario contrata a un lector para que lea textos de la literatura clásica a su hija invidente desde hace 7 años por un accidente. El padre es un hombre que quiere hacer creer que es culto porque tiene asesores y dispone de una biblioteca bastante surtida de la que extraerá autores clásicos para leer a Lorena. Tres personajes y varias capas de significados dentro de este teatro translúcido que tan bien describe Sanchis. La distancia entre los actores y el público no puede ser un cristal transparente ni tampoco opaco pero sí debe existir cierta translucidez que nos recuerde que no es realidad.
Los tres personajes van creando un entramado de relaciones que poco a poco se van complicando y confundiendo con los protagonistas de las lecturas. El miedo es el denominador común de los tres personajes, el miedo al fracaso, al descubrimiento de un engaño, a la pérdida, a la muerte. La trama que se desarrolla es fascinante y está muy bien apoyada por la utilización de recursos estilísticos, del lenguaje irónico, críptico, burlesco. Mentiras y secretos se desvelan poco a poco y hace más humanos a los personajes una vez desenmascarados. La humillación se convierte en poder (guiño al Sirviente de Losey). Es un tour de force para los actores y el público porque no hay ningún tipo de concesión.
Todos estos calificativos se refuerzan con la espléndida interpretación de tres grandes figuras del teatro: Pep Cruz (el padre) Pere Ponce (el lector) y Mar Ulldemolins (la hija). Entre ellos se despliega una química que arrastra al público a lo largo de toda la obra. No os la perdáis.