Esta es una comedia que seguramente está destinada al éxito y a una larga vida. No creo que sea cómo Escape Room, pero está claro que Joel Joan es un reclamo importante en la cartelera, y el tándem que forma con Hèctor Claramunt ha dado títulos indispensables como el ya citado o El pare de núvia, De todos modos, creo que aquí se han decantado por un histrionismo -formal y argumental- que descoloca a primera instancia y que me ha acabado agotando por acumulación. En la primera mitad de la obra se nos ofrece el retrato de un actor exitoso y pagado de si mismo, que a pesar de todo no ha recibido el reconocimiento que él cree que se merece por parte de la profesión. Junto a él, su mujer -y también representante- y un amigo actor que no ha tenido suerte en la vida. Hasta aquí, un cuadro costumbrista que refleja las miserias de la profesión teatral y que se queda a medias en el intento de hurgar más en temas reales y reconocibles, aunque sea con nombres inventados (los Premios Tramoya, etc.) El problema, sin embargo, viene cuando la trama se complica e interviene Netflix, la mafia rusa, y al final todo se convierte en una especie de thriller de mentira que no acaba de funcionar…
Si a todo esto sumamos un Joel Joan desatado y autoparódico, obtendremos una comedia de trazo grueso que avanza a ritmo de golpes de efecto. Eso sí, también tiene sus momentos de pura comedia y algunas creaciones memorables, como la de Xavi Mira, que se acaba convirtiendo en lo más destacado de la función. Su personaje apocado, simple y miedoso se hace con la simpatía del público desde su aparición. Un buen contrapunto a Joel Joan, hasta el punto de formar con él una pareja que recuerda a momentos a otra de muy «extraña» y exitosa. No es difícil adivinar de quién estoy hablando…