Esta comedia argentina, adaptada con oficio por Jordi Galceran, ha acabado en manos de un Echanove que afronta la dirección con corrección y sin demasiadas estridencias. La interpretación de los dos únicos actores -o mejor dicho, el carisma y, de nuevo, el oficio acaba haciendo el resto. Uno puede pensar que a veces con eso basta… y, de hecho, grandes actores y actrices de nuestro país -y también de fuera- han conseguido vivir «tirando de oficio» toda la vida. Pero aquí se echa en falta algo más. Por lo que a mí respecta, echo de menos verdad, aunque en los momentos en que María Galiana se encuentra cómoda surgen escenas muy creíbles, de aquellas que te hacen ver a la persona más que al actor. Lástima que todo se acabe resolviendo con excesiva formalidad, sin salir de los cánones que marcan «la pièce bien fait».
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