Intensa reflexión

Combat de negre i de gossos

Combat de negre i de gossos
01/11/2021

Nos situamos en una zona del África indeterminada, concretamente en una vivienda construida en la zona de unas grandes obras de carreteras, edificios y puentes. En esta localización se encuentra un hombre grande y cansado, patrón del trabajo que se está haciendo en este lugar. Mientras busca el whisky para calmar sus nervios, al otro lado de la valla que “protege” el sitio aparece un hombre vestido todo de blanco que ha ido hasta allí para reclamar que le den el cuerpo de su hermano muerto en la obra.

A partir de este momento empieza una reflexión sobre colonialismo, racismo y la falta de humanidad, pero también la necesidad de sentirse conectado/da con alguien o arraigado/a en una sociedad o lugar.

En esta obra Bernard-Marie Koltès nos presenta a cuatro personajes diferentes, pero que tienen en común una cosa: la necesidad de no sentirse solos. Horn (Manel Dueso) es el jefe de la obra, que después de toda una vida viviendo de un país a otro y habiendo conseguido pasar de operario oprimido a responsable, hace balance de su vida en términos de opresión y soledad. Ahora que se quiere retirar ha decidido casarse con Leo (Meritxell Calvo), con quien se ha estado escribiendo y se entiende muy bien. De hecho, la trama empieza con la llegada de ella al campamento, donde pasarán unos días antes de casarse e irse a otro sitio. Leo ve en este traslado de su vida una oportunidad para conseguir aquello que siempre ha querido, sentirse arraigada a algún sitio. Lo que no sabe es que África le ofrecerá un resultado que ella no esperaba. Cal (Pep Amròs) es empleado de Horn, es la fuerza bruta y una visión de la vida que se divide entre yo y los demás, entre buenos y malos. Racista, misógino y muy temperamental, es el personaje más claro y más oscuro de la producción. Alboury (Ricard Boyle) es la figura que aparece entre sombras al otro lado de la valla, el hermano del muerto que no descansará hasta que le devuelvan el cuerpo. No pide explicaciones, solo quiere volver a reunirse con su familia. Pero en esta lucha expone sus miedos y visión de la sociedad, de blancos y de negros.

Con una puesta en escena muy detallada y cuidada, que ayuda al público a meterse en la historia, el texto se prevé interesante y complejo, por todos los vértices que se quieren inspeccionar. Reflexiones profundas y muy intensas, con personajes que se odian desde el primer momento (Cal), con otros con quien sientes empatía (Alboury) y unos que navegan ante ti en una constante indecisión vital (Horn y Leo). Escoger un texto de esta magnitud y hacerlo interesante y ameno, al mismo tiempo que no pierda los matices de su peso y reflexión en temas importantes, es muy difícil. Aquí Roberto Romei consigue con su dirección encaminar bien la obra, pero no evita que en cierto momento la espectadora empiece a sentir el texto denso y demasiado largo. Quizás eliminar algunos pasajes o haciéndolos más ligeros en la puesta en escena ayudaría a que el público no pienso en cuánto y qué queda por explicar.

Interpretaciones sublimes, especialmente la de Amròs a quien se agradecen los matices de cada gesto de Cal, el narcisismo se convierte en desesperación en una evolución de personaje natural y muy real.

De la puesta en escena, tengo que destacar la parte audiovisual de la narración: un corazón latiendo en el fondo en cada cambio de escena, los sonidos y las músicas ambientales, la iluminación y las proyecciones reflexivas de los personajes. Todos estos detalles crean un marco muy interesante que elevan de manera exponencial la narrativa.

Siempre es un riesgo y un privilegio atreverse a hablar de temas complejos e incómodos ante el público. Exponer historias divertidas o ligeras cuenta con un margen de seguridad que otros no tienen. En el teatro hay cabida para todas las temáticas, pero es muy interesante ver las que soportan estos inconvenientes. Y esta es una de ellas.

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