Dice Roberto Romei en el programa de mano que «África es aquí y África somos nosotros». Según él, esta obra escrita por Bernard-Marie Koltès el 1979 sigue reflejando actualmente la opresión y explotación de nuestro mundo, así como la incapacidad para tomar responsabilidades como sociedad. En Combat de negre i de gossos tenemos tres maneras diferentes de vivir el continente africano, o cualquier otro continente -real o metafórico- que sea objeto de sumisión: a través de la violencia, a través de un diálogo lleno de mentiras y trampas, y a través de la pena y la malentendida conmiseración. Se trata de un texto que, como en otros muchos del autor, sobrepasa el realismo y se adentra hacia la verdad con un lenguaje poético y cargado de simbologías. Un texto difícil para los actores, con muchas repeticiones, largos parlamentos y fragmentos que se tienen que saborear muy bien para extraer toda su carga emocional.
La dirección de Romei es efectiva a ratos, sobre todo a nivel formal, pero quizás deja excesiva responsabilidad a los actores. Hay fragmentos que no parecen muy trabajados, o demasiado bien entendidos. No es fácil hacer Koltès, ni tampoco entender todos sus mensajes, pero un exceso de crispación o cierta carencia de matices en algún caso tampoco ayudan mucho. Aun así, los actores se esfuerzan y luchan para hacer llegar al espectador la oscuridad y la violencia de un pequeño rincón de África ahogado por la tiranía de una constructora francesa. Una buena oportunidad para redescubrir una obra que ya fue adaptada el 1988 por Carme Portaceli, con Emma Vilarasau i Andreu Benito al frente del reparto.