Propuesta de Duo Fàcil y Líquido Teatro que no se centra en explicar grandes tragedias de la inmigración (si bien alguna se apunta) sino la dureza del día a día, las ilusiones y esperanzas depositadas en una nueva ciudad que se ‘desvanecen al topar con la realidad.
Tres jóvenes indios comparten una habitación en un piso patera de Barcelona. Todos ellos han ido a parar a miles de km de su casa, con sueños que se transforman, literalmente, en pesadillas. El muro de la cotidianidad les va minando: topan con el rechazo directo de los vecinos o indirecto de todos (nadie los mira a los ojos), trabajos precarios, pura subsistencia y un futuro negro. ¿Y por esto han dejado su casa y familia? El mérito es que esto que podría ser dramón se envuelve con colores, luz y música, como si fuera una película de Bollywood (la industria cinematográfica más grande del mundo, que me pirra) donde todo acaba en un final espectacularmente feliz. Cuando las cosas se ponen duras recurren a imaginar que están en una de estas películas y la música, baile y alegría inundan la sala y nos hacen sonreír. Además, el humor está absolutamente presente en una mezcla que por extraño que suene, acaba ligando muy bien con las reflexiones serias que provoca la propuesta. Este humor es exagerado, que es el tono que procede para compensar la dura realidad. Farsa a ratos absoluta (me recordaba las Dones sàvies) con las vecinas que tampoco aceptan, una independentista y una unionista, ambas de manual, unidas, eso sí, en el miedo, el rechazo y la denuncia de los recién llegados.
Uno de los puntos fuertes son los diálogos frescos y cercanos, marca de la casa, de Marc Rosich, interpretados con credibilidad y energía por Marc Tarrida, Abel Reyes y Francisco Marginet. En cambio, la duración, 1h45 ‘, podría reducirse significativamente mejorando el resultado final ya que algunos episodios, especialmente los de búsqueda de trabajo y relación con las vecinas, se hacen un poco repetitivos.