Un ciclón de emociones gracias a una actriz sublime

Blanca Desvelada

Blanca Desvelada
27/11/2018

Blanca desvelada es puro teatro al que la definición de monólogo se le queda corto. La sinopsis nos deja descolocados. ¿Cómo se entrelazan dos historias a universos de distancia: una presa política en la posguerra y una monologuista cómica? La estructura tampoco es sencilla, con saltos de personajes y épocas… Y aquí empieza la magia.
Alejandra Jiménez-Cascón está sublime. Que una actriz represente, sea mejor dicho, los 12 personajes que participan en el texto, puede ser grandioso o ridículo. Aquí es lo primero y aún más. Ternura, drama, ira, comedia… todo se sucede, fluye en una perfecta coreografía interpretativa, se mezcla sin atropellos, olvidas que sólo Alejandra está en el escenario. Una obra para ver más de una vez, para sentirla, exprimirla y hacerla tuya.. Fijarte en cómo con un movimiento de manos se inicia una sutil y perfecta transformación de un personaje a otro, sin más elementos que su mirada, su cuerpo (Lecoq?), sin maquillajes ni vestuario, cada uno de los 12 personajes son reales, los ves, los tocas, tienes delante a la tía Angustias, a la presa que cuida de Carmen, al taxista…

Blanca es una historia que apunta al alma, una obra en mayúsculas sobre el perdón y la dificultad de llegar a él. Una propuesta desde la Verdad, perfectamente dirigida por Montse Bonet.Y, a veces se olvida mencionar, con perlas de humor que dan descanso al encogido corazón; Alejandra es también magnífica cuando se propone hacernos reír

Acompañan a la magistral interpretación un diseño de sonido impecable y una iluminación cuidada al milímetro, tan tenue en la cárcel como radiante en un soleado patio andaluz.
Desde hace años, Blanca Desvelada me acompaña y siempre, siempre, me emociona, me pellizca y me recuerda cuánto debo dar las gracias a Alejandra, también creadora del texto. Una obra que ni me atrevo a decir cuántas veces he visto.

En resumen: Imprescindible para todo amante del teatro. Y para los que vivimos enfadados, una lección vital.

Sólo por el ejercicio interpretativo valdría la pena ir y repetir. Si le sumamos la carga dramática, de una profundidad total sin pretenciosidad, pues poco más se puede añadir. Y miras de soslayo y ves que la persona de la butaca de al lado está riendo y llorando, descubriendo esta Blanca Desvelada (de soberbio título). Y sientes envidia por no poder verla con ojos de primera vez. Aprovechad los que podéis.

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