Todo apunta, desde el inicio, a una historia clásica del género negro. Los pasos del detective desde el fondo del escenario hasta el micro que hay en proscenio (un micro que lo acompañará hasta el final y que será refugio y también arma dialéctica), el sobre que pasa por debajo la puerta, el encargo de un extraño que pide que busquen a su asesino, las idas y venidas hasta el lugar del crimen, o las visitas a todos los posibles sospechosos. Un paseo por la Barcelona –actual o no- que muchos conocemos y que, con la sospecha de un asesinato, se nos hace más misteriosa que nunca. Y es que solo falta un detective al uso, una especie de Pepe Carvalho revivido, para ver las cosas desde otro prisma y adentrarnos en las reglas y normas del noir más clásico.
Este monólogo de Pablo Rosal, interpretado por él mismo, se sirve de un ejercicio de género para explicar una historia más poética que realista. El envoltorio de la novela negra sirve de excusa para hablar de la muerte metafórica, del asesinato de todo aquello que quizás no hemos sabido desarrollar ni llevar a cabo de la forma que hubiera hecho falta. Habla de las oportunidades perdidas y de otras muchas pérdidas que van salpicando nuestra existencia a lo largo del tiempo… Es, por lo tanto, un monólogo que quizás decepcionará a los que busquen un misterio convencional y que sorprenderá a los que quizás no querían resignarse con una historia mil veces explicada.
Creo que el principal aliciente de este montaje es toda la recreación de la típica historia policíaca, ya sea a través del juego de pistas, de las imágenes proyectadas o de la creación del detective por parte de Rosal. Su voz, la cadencia del personaje, la parsimonia y la frialdad ante el peligro juegan muy bien con toda la iconografía que tenemos en mente. De todas formas, creo que el texto se hace demasiado largo y cae en repeticiones innecesarias, aparte de querer tener una trascendencia que quizás no acaba de llegar del todo. A veces, querer llegar demasiado lejos puede hacer perder por el camino a algunos compañeros de viaje…