A través de varios estudios de movimiento y discurso independientes, Tengo un problema contemporáneo especula sobre el trabajo presencial de los intérpretes, duda del sentido de la escena y huye del concepto de espectáculo.
Sinopsis
El discurso o pensamiento que se pretende introducir desde el cuerpo y la palabra atiende a lo particular del trabajo presencial en la escena como intérpretes y artistas, razonando y accionando desde la idea de que no tenemos o no podemos compartir nuestro presente contemporáneo y sí una realidad extemporánea.
Este trabajo pretende generar una suerte de contexto coreográfico donde, a través de las figuras ficcionadas de los intérpretes, se intenta acercar al espectador a una serie de paradojas que acompañan o definen el propio hecho artístico: la dificultad de una profesión, el aislamiento creativo del artista, el sentido de la escena, la idea de reproducción, de la simplicidad o complejidad de construir con movimientos, de su fidelidad o no a la realidad…
Tengo un problema contemporáneo plantea un cuerpo y un discurso especulativos, donde se explica lo que es esta pieza y, a partir de las posibilidades e imposibilidades de llevarla a cabo, habla de su presente cultural, habla de que tiene un problema contemporáneo porque entiende que lo que hace no es arte contemporáneo sino su resultado. Esta extemporaneidad, este lugar fuera de lugar es la idea y el campo de acción donde los performers sostienen la imposibilidad de escaparse de la historia porque lo que hacen es, también, historia.