Sinopsis
¿Yace en mí la negritud? ¿Represento yo la diáspora per se? No deseo caer, necesariamente, en esta actual “explosión discursiva en torno a la identidad” –como menciona Stuart Hall–. Solo busco un espacio para depositar mi cuerpo y sentir, alejado de esencialismos, la multiplicidad étnica que soy: la impuesta y la negada.
El musicar, este acontecimiento de vivir la música como posible verbo conjugado por el cuerpo es el camino para alterar esta performance meditativa. Esta carnal existencia es el territorio desde el cual se agencia, o mejor, se experimenta. La identidad como lo afro es un acto vivo que vibra… realidad palpitante que posee una profunda resonancia con nuestra poesía artística. Preguntarnos quién somos supone atender nuestras prácticas, las huellas y pensamientos que nos permiten llevar a la realidad la existencia, puesto que “somos cuando sentimos, vivimos y pensamos el hacer”.
Esta hereditaria autodeterminación es, sin duda, una delicada campaña que merece desfigurarse con pausa y con plenitud, bailarse, musicarse; o como representaría Zapata Olivella, frente a ella, ¡Desnudarse!