¿Qué fue de Andrés Villarosa?

Sinopsis

Si se hace una búsqueda en internet del nombre de Andrés Villarrosa, pocas trazas se pueden encontrar de la fugaz y rutilante carrera del cantante de varietés. Bueno, de hecho, no se encuentra ninguna. En ninguna parte se recuerda su lema, “el cantante melódico del trémolo metódico”. En ninguna parte se encuentra documentado su paso por los entoldados más trasnochados del país. Ni tampoco ha quedado registrada el hito que fue el cenit de su carrera: los quince gloriosos días en que se mimetizar con la pintoresca fauna de la Bodega Bohemia.

Así de fugaz fue la estrella. Pero eso no quita que, para los pocos que la vieron pasar, su estela fuera rutilante. Algunos dirán que su figura pasó sin pena ni gloria porque la Barcelona de escaparate de los 90 no era el mejor escenario para la nostalgia. Otros pensarán que ni en las circunstancias más favorables su arte hubiera podido triunfar. Pero, sea como sea, Andrés Villarrosa aún vive entre nosotros y se resiste al olvido.

Ahora que han pasado más de veinte años, Andrés Villarrosa ha terminado anónimamente confinado entre las cuatro paredes blancas de un cuarto amueblada anodinamente por Ikea. Pero antes de desaparecer, borrado definitivamente de la memoria, Andrés Villarrosa quiere hacer su canto de cisne particular. Ha sacado el peluquín del cajón y las chaquetas llamativas del armario, para que vuelvan a ver la luz del día. Y también ha desempolvado las cintas de cassette de los instrumentales de playback que lo acompañaron a sus actuaciones aparentemente más memorables. De esta manera, el respetable podrá volver a oír las canciones emblema que nunca lo hicieron famoso, títulos olvidables como Hermano, La canción del guau guau, Vaya chófer o Mambo Caracoles, que hoy en la voz cada vez más temblorosa de la artista por fin se volverán… Inolvidables.