En el libro I Had Nowhere to Go, el cineasta lituano de vanguardia Jonas Mekas relata su exilio a través de una Europa en guerra hasta que llega a Nueva York, donde tiene que volver a empezar su vida.
En este momento, mientras Mekas recorrer las calles en solitario, empieza Ningún lugar, una performance donde sus textos y su obra se encuentran con un grupo de teatro amateur formado por mujeres rumanas, un músico colombiano que practica electrocúmbia y noise, vídeos domésticos y pilas de chatarra, para construir una ópera de la cotidianidad que celebra la vida.