Sinopsis
Año 1939: Tres actrices se citan en un pequeño teatro abandonado de las afueras de Madrid. Ellas, Mª Carmen García, Pilar Aguado y Rosario Castro, pese a saber que sus acciones pueden tener graves consecuencias, no tiemblan ante su propósito: recitar las palabras del que fuera un gran amigo suyo, Federico García Lorca.
La guerra ha cambiado sus vidas por completo. Ellas deseaban poder actuar en el Teatro Real de Madrid, hacer giras por Buenos Aires o que su director, Lorca, les diese un papel protagonista en su próximo montaje. Nada de eso sucederá, ya hace demasiado tiempo que la guerra ha roto sus sueños.
Hoy representaran escenas de Bernarda Alba y Yerma ante un reducido público, sólo unos pocos amigos y conocidos. Hace tres años que Lorca murió y no conocen mejor manera de rendirle homenaje si no es dando vida a su obra.
Al terminar la representación, ellas recogen el vestuario y se desmaquillan porque saben que tienen que volver a sus casas como si este encuentro no se hubiese producido nunca. Entre risas se explican anécdotas divertidas, experiencias inolvidables, recuerdos que perduraran y que tienen como eje la figura de Federico García Lorca.
Antes de marcharse, reciben la visita un espectador que se acerca a ellas para felicitarlas. Él es Miguel Hernández, que acaba de salir de la cárcel madrileña de la calle Torrijos. Miguel conoce y ama la obra de Lorca, incluso llegaron a intercambiarse cartas, asimismo las actrices aman los poemas de Hernández y se sienten privilegiadas por haber actuado delante de un autor como él. Compartirán poemas, canciones, risas, versos… luego Miguel regresará a su Orihuela para estar con su familia. Meses más tarde será detenido de nuevo, encarcelado y al cabo de unos pocos años; morirá.
Las actrices nunca olvidaran aquella mágica noche. Recitar Lorca a Miguel Hernández y ser público de la voz del poeta del pueblo.
Castellano
Año 1939: Tres actrices se citan en un pequeño teatro abandonado de las afueras de Madrid. Ellas, Mª Carmen García, Pilar Aguado y Rosario Castro, pese a saber que sus acciones pueden tener graves consecuencias, no tiemblan ante su propósito: recitar las palabras del que fuera un gran amigo suyo, Federico García Lorca.
La guerra ha cambiado sus vidas por completo. Ellas deseaban poder actuar en el Teatro Real de Madrid, hacer giras por Buenos Aires o que su director, Lorca, les diese un papel protagonista en su próximo montaje. Nada de eso sucederá, ya hace demasiado tiempo que la guerra ha roto sus sueños.
Hoy representaran escenas de Bernarda Alba y Yerma ante un reducido público, sólo unos pocos amigos y conocidos. Hace tres años que Lorca murió y no conocen mejor manera de rendirle homenaje si no es dando vida a su obra.
Al terminar la representación, ellas recogen el vestuario y se desmaquillan porque saben que tienen que volver a sus casas como si este encuentro no se hubiese producido nunca. Entre risas se explican anécdotas divertidas, experiencias inolvidables, recuerdos que perduraran y que tienen como eje la figura de Federico García Lorca.
Antes de marcharse, reciben la visita un espectador que se acerca a ellas para felicitarlas. Él es Miguel Hernández, que acaba de salir de la cárcel madrileña de la calle Torrijos. Miguel conoce y ama la obra de Lorca, incluso llegaron a intercambiarse cartas, asimismo las actrices aman los poemas de Hernández y se sienten privilegiadas por haber actuado delante de un autor como él. Compartirán poemas, canciones, risas, versos… luego Miguel regresará a su Orihuela para estar con su familia. Meses más tarde será detenido de nuevo, encarcelado y al cabo de unos pocos años; morirá.
Las actrices nunca olvidaran aquella mágica noche. Recitar Lorca a Miguel Hernández y ser público de la voz del poeta del pueblo.