La bailaora y coreógrafa Eva Yerbabuena, imprescindible en la escena del flamenco de nuestro tiempo, nos invita con Cuentos de azúcar a un viaje escénico que utiliza el cante, la música y el baile para introducirnos en las tradiciones musicales de la isla de Amami, en Japón.
Sinopsis
¿Hay alguna manera de que personas que hablan lenguajes diferentes y que provienen de contextos culturales que tienen poco en común lleguen a entenderse? Eva Yerbabuena y los artistas con los que trabaja lo han logrado utilizando lenguajes universales como la música, la danza y, especialmente, una espiritualidad que tanto empapa el flamenco que ella conoce bien como la cultura asiática, protagonista de un espectáculo en el cual se combinan instrumentos musicales de tradiciones diferentes. Y es que las texturas sonoras del flamenco y la tradición oriental tienen un punto de encuentro en una serie de imágenes potentes y universales: desde una ola a unos tambores de guerra. La cantante japonesa Anna Sato es quien introdujo a Eva Yerbabuena en la cultura propia de las islas Amami, al sur del Japón, y la ha ayudado a crear el espectáculo. Escucharéis cantos populares de esta zona, de donde proviene Sato, una de las artistas que mejor representan a la nueva generación de intérpretes de las Amami y que se está esforzando en dar a conocer a occidente los shima uta, el legado musical de unas islas que, pese a formar parte de Japón, conservan un dialecto y una cultura propias.
Ahora, Eva Yerbabuena comparte experiencia artística con Anna Sato, que ya había colaborado con coreógrafos de tanto prestigio como Sidi Larbi Cherkaoui. Yerbabuena es una intérprete que ha sabido combinar el flamenco con los registros de la danza contemporánea y que ha protagonizado una carrera meteórica que la ha convertido en una de las bailaoras y coreógrafas flamencas más renovadoras e interesantes del momento. Vista en el Grec por vez primera en 2007, cuando presentó Santo y seña, volvió al festival en 2010 con Lluvia, ya convertida en un valor reconocido de la danza. Ahora, visita el Mercat de les Flors con un apasionante intento de unir oriente y occidente con el hilo del arte.