La piel vacía investiga la potencialidad del lenguaje danzado proponiendo una experiencia estética que cautiva y violenta las formas de percepción de los sentidos. A través de la corporeidad de las intérpretes, la arquitectura de los cuerpos, el diseño espacial, la composición de imágenes y el ritmo, la pieza “revela” ese “algo más” que escapa a una definición concreta, empapando nuestros sentidos y provocando un imaginario que huye del dominio del lenguaje hablado.
Sinopsis
La piel puede ser, durante un tiempo, un habitáculo gozoso, pero también convertirse en una cárcel. A través de la piel nos relacionamos, pero no podemos traspasarla. ¿Qué dice la forma de nosotros?, ¿qué transparenta la piel? Cuando nuestra piel ya no nos contiene, cuando se arruga, cuando la forma se desdibuja, cuando se desvanece, ¿qué queda? ¿Qué pretendemos al besarnos o abrazarnos?, ¿y al cantar? Estas preguntas generan la danza de La piel vacía, articulada, técnica, exigente, con un fuerte sentido de la forma y la dinámica, impulsiva e implosiva.