El transvestismo de aquí y de allá siempre ha elegido a su diva local (más universal) para hacerle homenajes a través de la encarnación y resurrección del mito y figura en cuestión, unos arquetipos culturales que se convierten en descarada arma política cuando suben a los escenarios marginales de los tugurios más petardos de la ciudad. En el sur de España, es Lola Flores; a Madrid, los chotis y cuplés con la voz grave de Sara Montiel; Pirineos arriba las cejas finas y la voz melancólica de Edith Piaf; en Alemania, la mirada penetrante de Marlene Dietrich. Cada país tiene una o más divas que merecen ser imitadas gesto a gesto, canción a canción, con playbacks como Miguel Bosé a Tacones Lejanos, lipsincs hiperventilats estilo ‘RuPaul Drag Race’ o desplegando xorro de voz. En Cataluña, una de las […]
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