La Guillermina Motta más íntima y desconocida

Guillermotta

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Guillermotta → El Maldà
21/04/2022

El transvestismo de aquí y de allá siempre ha elegido a su diva local (más universal) para hacerle homenajes a través de la encarnación y resurrección del mito y figura en cuestión, unos arquetipos culturales que se convierten en descarada arma política cuando suben a los escenarios marginales de los tugurios más petardos de la ciudad. En el sur de España, es Lola Flores; a Madrid, los chotis y cuplés con la voz grave de Sara Montiel; Pirineos arriba las cejas finas y la voz melancólica de Edith Piaf; en Alemania, la mirada penetrante de Marlene Dietrich. Cada país tiene una o más divas que merecen ser imitadas gesto a gesto, canción a canción, con playbacks como Miguel Bosé a Tacones Lejanos, lipsincs hiperventilats estilo ‘RuPaul Drag Race’ o desplegando xorro de voz. En Cataluña, una de las divas más singulares es la Guillermina Motta, y por fin le ha llegado el momento. Owww yeah!

El drag de Jordi Vidal, la Guillermotta que da nombre al espectáculo, toma posesión de este gran intérprete de musicales de voz sensible y poderosa para repasar la trayectoria más íntima y desconocida de la musa de la Nueva Canción, icono feminista y de izquierdas, en un concierto homenajeo que regala momentos de gran emoción sin renunciar a el divertiment, las plumas y las lentejuelas.

Ante una cortina brillante reposa un micrófono y un taburete (original!) de la discoteca Bocaccio, el cuartel general de la Gauche Divine barcelonesa donde la Motta compartió noches y aventuras en 60 y 70 con otros èssers culturales mitológicos como Colita, Teresa Gimpera, Oriol Maspons, Óscar Tusquets, Bofill, Serrat, Rosa Regàs, Terenci Mustio o Juan Marsé. El espectáculo no se centra en la vida, obra y milagros de esta «vedette menjamascles» (que la verdad sea dicho, también nos interesan un montón), sino que pone atención en su defensa de la cultura catalana y su poesía, o la necesidad de cantar piezas que llegaran al alma. Con dramaturgia de Jordi Prat i Coll y bajo la dirección musical e interpretación en directo de Jordi Cornudella, viajan de la frivolidad del cuplé, con títulos antológicos como lo ‘Remueve, niña’ de Josep Mª Torrens i Ventura (la Marcha Radetzky catalana), u otros hechos a medida como ‘Yo en amores soy muy ligera’ de Manuel Vázquez Montalban y José Aponte; hasta la música hecha a partir de la poesía de Salvat-Papasseit, Carnero o Sagarra.

Los homenajes a la Motta quizás llegan tarde (ya en 1997 rechazó la Medalla de Honor del Parlamento de Cataluña por este motivo), pero una artista pionera como ella solo merece que coreamos su nombre y canciones. Glòria a la Motta. Eterna Guillermina.

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