Las salas pequeñas normalmente sorprenden. A veces lo consiguen al pasarse de la raya con propuestas demasiado progresistas y renovadoras. Otras veces, ofreciendo pequeños montajes de disciplinas menos frecuentadas, como el teatro de objetos o el de máscaras. Esta vez sorprende al traer una obra que luce un equilibrio y complicidad absolutamente convincentes. Ni demasiado ni demasiado poco, en una sala que se amolda al refrescante show de la ingeniosa actriz sevillana Mari Luz Domínguez, con una potente base gestual, actitud autobiográfica, ejecución precisa y ligero sabor a monólogo. Para empezar, ya sorprende el juego que plantea la actriz dese el inicio. Un juego capaz de entremeter el público de forma automática y eficaz dentro de sus reglas. No es […]