Una introspección briosa y sincera

Mi vecindario

Mi vecindario
12/02/2019

 

Las salas pequeñas normalmente sorprenden. A veces lo consiguen al pasarse de la raya con propuestas demasiado progresistas y renovadoras. Otras veces, ofreciendo pequeños montajes de disciplinas menos frecuentadas, como el teatro de objetos o el de máscaras. Esta vez sorprende al traer una obra que luce un equilibrio y complicidad absolutamente convincentes. Ni demasiado ni demasiado poco, en una sala que se amolda al refrescante show de la ingeniosa actriz sevillana Mari Luz Domínguez, con una potente base gestual, actitud autobiográfica, ejecución precisa y ligero sabor a monólogo.

Para empezar, ya sorprende el juego que plantea la actriz dese el inicio. Un juego capaz de entremeter el público de forma automática y eficaz dentro de sus reglas.  No es fácil encabezar en solitario una obra con nueve personajes diferentes. Incluso diez, si contamos los apartes que utiliza la misma actriz para salir de sus disputas en el patio de luces. Unos breaks que aprovecha de forma exacta para puntualizar contextos, separar hábilmente los tres actos, y beber algun trago de agua, único elemento físico del que dispone la puesta en escena. Porque en volver de nuevo a la batalla, Clara -la protagonista- es capaz de relacionarse con ocho vecinas más de su escalera particular, a unos niveles de exigencia que ponen los pelos de punta. Ocho vecinas que encarnan el clásico angelito y demonio encima de los hombros. Desde la vecina más Mefistófeles a la más Mr. Hyde, figuras que dibujan las múltiples opiniones y angustias de una misma.

A los tres años de construcción de estos personajes hace falta añadirles los dos años que, conjuntamente con el director Piermario Salerno, la actriz andaluza dedicó a la confección de este espectáculo. Una dedicación que se evidencia encima del escenario y que se agradece. Luz mantiene el compromiso que la caracteriza con la crítica social, esta vez, notablemente dirigida hacia la lucha por la emancipación de la mujer. Reivindicativa y sincera, es un motivo excelente para visitar las propuestas de pequeño formato que ofrece la ciudad y dejarse sorprender.

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