Se abre el telón, y con él se abre la cajita de música que es el primer acto: la escenografía y la luz crean la atmósfera delicada y clara que acompaña el retoño protagonista. Nora Navas y las muchachas son muñecas que giran y cantan en medio. La historia avanza, de fruta madura a flor marchita, a través de una puesta en escena metafórica del interior de los personajes y los versos de un Lorca genial. La actuación de la criada levanta el interés y aporta frescura, manteniendo el ritmo. Quizás es una versión algo edulcorada, pero tiene un estilo propio y lo defiende muy bien. Aunque la temática parezca alejada hoy en día, nos recuerda que, a menudo, las […]