Una fiesta Chekhoviana

La norma de l’extinció

La norma de l’extinció
18/09/2014

Aun encontrándose entre sus textos menos conocidos y menos representados, Platonov es una muy interesante obra de juventud del dramaturgo ruso Anton Chéjov. La pieza, escrita cuando tenía 18 años, ya contiene algunos de los rasgos dramáticos que lo convirtieron en una figura fundamental del teatro naturalista. El dolor de la propia existencia en contraposición a los placeres de la vida son los dos extremos que, en este caso, sostienen esta historia trepidante adaptada y dirigida por Pau Masala. La norma de la extinción (tal como la ha rebautizado) es una verdadera fiesta juvenil con música en directo, baile, bebidas, juegos, gritos, bromas y diversión desenfrenada que contrasta con los miedos internos del protagonista y el resto de los invitados. Al servicio de la historia, Masala ha creado un submundo con todo lo que le faltaba a Fam oculta (el anterior montaje de la compañía): riesgo, personalidad y recursos auténticamente espontáneos. Desgraciadamente, la explosión con que comienza el espectáculo (rozando la perfección) desmerece involuntariamente la segunda parte de la obra que requiere escenas más intimistas. Este último tramo del relato, pues, viniendo de un huracán de sensaciones puede resultar insípido (aunque no serlo realmente). Sin embargo, más adelante la tensión vuelve a remontar para cerrar la función con una contundencia a la altura del inicio. Este ritmo y energía tiene mucho que ver con las ganas que ponen los actores y las actrices, espléndidos en su entrega total, aunque a nivel interpretativo destaquen más los chicos, especialmente, un fantástico Aleix Melé y los carismáticos Eduard Autonell y Toni Guillemat.

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