Ferran Utzet dirige Unes abraçades insuportablement llargues, la primera obra de Ivan Viripayev que se estrena en catalán con producción de La Perla 29.
Un cuento a cuatro voces
Oriol Broggi, director de La Perla 29, apunta a la emoción de descubrir «una voz nueva que explica lo de siempre de una forma muy diferente». Y es que estrenar en catalán un autor contemporáneo de éxito internacional no es algo que ocurra cada día. El descubrimiento debemos agradecerle a Ferran Utzet, que lleva a escena Unes abraçades insuportablement llargues después de conocer el texto en el festival de dramaturgia la Mousson de Été, en la ciudad francesa de Nancy. Cada última semana de agosto, en este evento «inimaginable en Cataluña», se organizan una veintena de lecturas dramatizadas de autoría internacional que previamente se traducen al francés. Por cierto, la presencia catalana en el certamen es habitual, con autores como Josep Maria Miró, Joan Yago o Pau Miró. Pero esto ya sería otro artículo.
Las obras de Ivan Viripayev (Siberia, 1974) tratan la tensión entre la aceleración contemporánea y la necesidad de llenar el vacío espiritual de nuestros tiempos, algo que traspasa fronteras y que le ha llevado a convertirse en uno de los autores contemporáneos rusos más representados en toda Europa. Sin embargo, esta es la primera vez que veremos un texto suyo en Catalunya y la segunda que llega a España (Miguel del Arco dirigió la pieza Ilusiones al desaparecido teatro Pavón Kamikaze de Madrid en el 2018).
En Unes abraçades insuportablement llargues, presenta “una fábula contemporánea sobre los momentos de cambio” con un título poético y una forma peculiar. La obra describe una historia de amor que pasa entre Nueva York y Berlín y que protagonizan cuatro personajes «muy normales» de entre 30 y 40 años -en la versión catalana los encarnan Paula Malia, Alba Pujol, Martí Salvat Morin y Joan Solé Martí-. Para ello, y aquí viene la peculiaridad, utiliza la narración en tercera persona: «Es como si los cuatro actores estuvieran contando el guión de una película antes de rodarla», explica Pujol. En cada réplica ocurren muchas acciones que serían imposibles de representar de forma realista: «El cúmulo de acciones es una muestra de este mundo hiperacelerado, los personajes quieren parar» y «acaban descubriendo el amor».
Y es que el tema principal de la pieza es la búsqueda de una respuesta “al ruido y la angustia vital que vivimos”. Todo cambia muy rápido y nos quedamos sin referentes”, afirma el director Ferran Utzet. Los personajes están «neguitosos, quieren llenar de sentido su vida y encontrar bienestar y serenidad, pero no tienen las herramientas». Así, se entregarán a todos aquellos caminos que puedan dar sentido a su existencia: drogas, hedonismo, fuga… A esta parte realista “con incluso toques de culebrón” aflora una vertiente más poética a través de una misteriosa voz que sienten en sus cabezas, “una especie de Virgilio que les guía hacia los infiernos”. Para Utzet, la peripecia por la que pasan los personajes «es cruda y rocambolesca y puede desconcertar» aunque «no es nada críptica, se explica de una forma muy accesible». La propuesta conecta con el público por “la sensación de verte atrapado en una vida que no te satisface. La obra habla del cambio, de la transformación, de la muerte de un yo interior por ir a un yo mejor”.
Ficción con forma de realidad
Según Utzet, Viripayev reivindica la ficción a partir de las herramientas que le aportan las formas de teatro basadas en la realidad -autoficción, teatro documento, verbatim- tales como «la falta de artificio, la verdad y la conexión con el público». Ahora bien, “¿cómo se actúa una obra en la que describes lo que le ocurre a tu personaje?”. La compañía reconoce que el proceso ha sido «exigente», con una entrega muy grande para conseguir una aparente sencillez.
En la puesta en escena, el director continúa una tendencia estética que ya inició en montajes anteriores como Sopa de pollastre i ordi o Un, ningú i cent mil. La premisa: «el teatro es crear una realidad en la mente del espectador». Así pues, se aleja de las grandes escenografías para que las acciones narradas sucedan en la imaginación. A cambio, se apoya en la iluminación (Guillem Gelabert) y las proyecciones (Francesc Isern), especialmente presentes en los momentos oníricos a los que se abocan los personajes. El otro gran protagonista es la música en directo, creada e interpretada por el guitarrista Jordi Busquets Rovira y que actúa como hilo conductor, acompañando la historia con una variedad de paisajes sonoros: “He creado ambientes, arcos emocionales”, dice Busquets, en quien le interesa que el espectador “se transporte a sitios a través de la música”. Para Utzet, partiendo del teatro como ritual, la música conecta el mundo mágico y lo real: “Jordi aquí es una especie de chamán”, apunta. Sin embargo, la relación entre público y actor viene dada principalmente por la palabra, que actúa como eje vertebrador. En este sentido, el actor Joan Soler destaca la importancia de la proximidad en una propuesta de esta envergadura íntima.
Un autor contemporáneo
Dramaturgo, director y cineasta, Ivan Viripayev forma parte del llamado Nuevo Drama Ruso, una corriente dramatúrgica que deconstruye las estructuras del teatro clásico utilizadas en los teatros rusos. Utzet encuentra en la dramaturgia de este autor referencias a Chéjov, pero también a Dostoievski y a Mouawad, quien precisamente programó la obra que nos ocupa en 2019 en La Colline Théâtre National de París.
Autor prolífico con una fuerte conciencia política, su vida ha estado marcada por la oposición al gobierno de Putin, hasta el punto de adoptar la nacionalidad polaca y renunciar a la rusa. Entre sus últimos actos reivindicativos, una carta por la que cede los beneficios de las obras estrenadas en teatros rusos a los fondos de socorro para Ucrania. De todo esto se podrá hablar con él el 10 de mayo, fecha en la que visitará Barcelona para ofrecer una charla con los espectadores que organiza la asociación de amigos de La Perla (#AsSocPerla).
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