¿Puede el teatro escuchar la llamada de auxilio que los tiempos modernos están enviando a un mundo habitado por ciudadanos empobrecidos y encerrados en las celdas de la realidad virtual, atrincherados en su asfixiante privacidad? ¿Puede hacerlo en un universo de existencias robotizadas dentro de un sistema totalitario de control y represión que abarca la totalidad de la vida?
¿Está el teatro realmente preocupado por la destrucción ecológica, el calentamiento global, la pérdida masiva de biodiversidad, la contaminación de los océanos, el deshielo, el aumento de los incendios forestales y los fenómenos climáticos extremos? ¿Puede el teatro formar parte activa del ecosistema? Durante muchos años ha sido un espectador más del impacto que hemos tenido los seres humanos en nuestro entorno y ha tenido dificultades para hacer frente a este problema.
¿Preocupa en el teatro la forma en que la condición humana está siendo modelada y manipulada en el siglo XXI por los intereses políticos y económicos, por los grandes medios de comunicación y por las compañías que configuran la opinión pública? ¿Le preocupa el papel que han asumido las redes sociales, que facilitan la manipulación y se convierten en un obstáculo casi insalvable para la comunicación con el Otro?
Un sentimiento generalizado de miedo hacia el Otro, el Diferente, el Extraño domina nuestros pensamientos y nuestras acciones.
¿Puede el teatro funcionar como un espacio de trabajo para la coexistencia de las diferencias, sin tener que negar o ignorar la herida abierta?
La herida abierta nos invita a reconstruir el Mito. Palabras de Heiner Müller: «El Mito es un agregado, una máquina a la que siempre se pueden conectar nuevas y diferentes máquinas. Transporta la energía hasta que la velocidad creciente hace explotar el terreno cultural.» Y yo añadiría: el terreno de la barbarie.
¿Puede el teatro iluminar los traumas sociales y dejar de iluminarse constantemente a sí mismo?
Son preguntas ciertas que Dionís dirige al teatro cuando pasa por su lugar de nacimiento -el escenario del edificio teatral- y, como refugiado, continúa su silencioso viaje a través de los paisajes bélicos del presente: el Día Mundial del Teatro.
Son preguntas que no permiten respuestas definitivas porque el teatro existe y perdura gracias a las preguntas sin respuesta.
Miremos a los ojos de Dionisio, el dios extático del teatro y del Mito, que une el pasado, el presente y el futuro; el hijo de dos nacimientos, Zeus y Semele; la expresión de las identidades fluidas, hembra y macho, airado y amable, divino y animal, al límite entre la locura y la razón, el orden y el caos; un acróbata en la frontera entre la Vida y la Muerte. Dionisio formula la pregunta fundamental, ontológica: «¿De qué se trata?» Una pregunta que conduce al creador a una búsqueda cada vez más profunda en la raíz del mito y en las múltiples dimensiones del enigma humano.
Necesitamos nuevas formas narrativas cuyo objetivo sea cultivar la memoria y dar forma a una nueva responsabilidad moral y política que emerja de la dictadura multiforme actual de esta nueva Edad Media que vivimos hoy en día.
Theodoros Terzopoulos
Director de teatro, Profesor, Escritor, Fundador y Director artístico del Teatro Attis, Inspirador de la Olimpiada Teatral y Presidente de la Comisión Nacional de la Olimpiada Teatral