Confidències a Al.là inaugura la programación de la Sala Àtrium, que presenta una temporada que quiere dar especial importancia a los equipos y las compañías.
«Al Àtrium acabamos programando equipos, no obras, porque creemos mucho con la gente que hay detrás«, explica el director artístico de la sala, Raimon Molins. Y es necesario creer con estos equipos porque quieren apostar fuerte por todas las producciones y que estén hasta cinco semanas en cartelera, «un hecho poco habitual hoy en día».
La primera será Confidències a Al·là, una adaptación de la novela de Saphir Azzeddine que dirigirá Magda Puyo. La protagonista es la Jbara, una mujer que vive en las montañas del Magreb reducida al rango de criada por su propio padre y que, de vez en cuando, se prostituye. Para ella es un mero intercambio comercial, sexo por golosinas y yogures que le ofrece el pastor del pueblo vecino. Todo ello le cuenta a su confidente -Alá- en unas conversaciones cargadas «de ironía, mala leche y rabia vital» que no dejan a nadie indiferente, explica Puyo. Jbara, asegura, hará pasar al espectador de escenas completamente denigrantes a una vitalidad desbordante que lo harán reír y llorar. «Presenta una mujer que muchos piensan que no existe, musulmana y feminista», un testimonio de la opresión de las mujeres cerrado a los medios de comunicación globales y «políticamente incorrecta».
Después llegará Hamlet, el gran clásico de William Shakespeare que aborda grandes cuestiones como el amor, la traición, el arte, la política, la monarquía o la guerra. Una obra que cambiará de arriba abajo la pequeña sala del Eixample. «Necesitamos romper con lo que ya controlamos, queremos enfrentarnos a nuestros límites y la arquitectura de la sala incide mucho en lo que hacemos», explica Raimon Molins, que dirige la obra junto a Marc Chornet.
La compañía La Peleona presenta un texto de Carla Torres, Sota Zero, que cuestiona lo que significa ser fiel a la familia y hasta dónde estamos dispuestos a hacer para mantener la estructura familiar «sin caer en la moralina». Un thriller con toques de vodevil que nos enfrenta a los pequeños (o no tan pequeños) pecados que todos escondemos. Asesinatos, secretos y fantasmas con un trasfondo de crítica social.
Con el título provisional de Utopia, Anna Maria Ricart y Mireia Trias trabajan en un proyecto de Teatro del Oprimido para finales de febrero. Cuentan que tienen ganas de abordar este género porque a menudo «se trabaja para resolver un conflicto pero se obvia la poética teatral«. Tienen ganas de dialogar con el público y ver cómo afecta el arte en nuestra vida, hasta el punto que el público podrá intervenir y modificar la luz, la música, el ritmo e incluso las acciones de los personajes. Eso sí, siempre respetando las distancias y la zona de confort del público, que en ningún momento quieren que se sienta violentado ni incómodo.
Y en abril llegará el estreno como director de Ramon Madaula. Todavía no ha elegido el texto, ni ha querido avanzar gran cosa. Pero sí podemos decir que hablará de arte y teatro. «Hace mucho tiempo que tengo ganas de dirigir, pero necesito encontrar un tema que controle y del que tenga algo que decir para dirigir para dirigir no vale la pena, ya hay muchos directores que lo hacen muy bien«, asegura Madaula.
Como ya es habitual la temporada cerrará con el Cicle Atrium Lab dedicado a jóvenes creadores, que durante seis semanas presentarán sus propuestas.
Texto: Mercè Rubià