Actores, bailarines, directores y coreógrafos como Lluís Homar, Cesc Gelabert, Iván Morales, Alex Serrano, Joan Yago, Aleix Fauró o Lluís Pasqual se han sumado al ‘Manifiesto por una democratización urgente y real de las instituciones culturales’ que 154 profesionales de la cultura han hecho público para alertar del «proceso de aculturización» que vive Barcelona.
El manifiesto, que también está firmado por personalidades del mundo de la cultura como Juan Goytisolo, Juan Marsé, Oriol Bohigas, Antonio Negri, Slavoj Zizek, Frederic Amat o Maruja Torres, considera que «la tendencia a instrumentalizar las instituciones culturales parece ser un mal endémico», con la vista puesta en los casos del CCCB, el Macba y la Fundación Antoni Tàpies. «Tres instituciones que han destacado por su impacto en la ciudad y su proyección internacional» y que han funcionado como «un verdadero servicio público», pero que ahora, «con el reciente cambio en la dirección del CCCB por cargos de partido; el golpe de mano en el Macba, asestado con nula transparencia; las convocatorias de concursos para la dirección de museos y centros de arte en los que se privilegia de manera equívoca el perfil local del director, y los jurados de los que, de composición dudosa, son meramente consultivos dejando las decisiones finales en manos de los cargos políticos -siendo ahora el Macba el último ejemplo escandalós- son algunos síntomas de la tendencia irrefrenable a vaciar los centros culturales de su responsabilidad intelectual».
Además, denuncian que «los recortes a los presupuestos culturales públicos de los últimos siete años han profundizado la precariedad estructural que está asfixiando la posibilidad de sostener proyectos institucionales significativos y transformadores». Es por ello que, a su juicio, «los profesionales de la cultura realmente comprometidos con un proyecto democrático, emancipador y progresista» deben dejar de lado sus diferencias para hacer frente «al proceso de aculturación que está promoviendo el actual tecnocracia dirigente «. «No podemos ser cómplices de la desertización cultural de Barcelona», dicen, donde incluso, dicen, «el capital cultural público acumulado está siendo dilapidado».