Tras agotar todas las entradas en el Teatro Nacional y de una gira por varias localidades catalanas, la adaptación de Don Juan de Molière La Brutal aterriza ahora en el Teatro Goya. Protagonizada por Julio Manrique y dirigida por David Selvas, la obra traslada el mito del seductor en la actualidad haciendo hincapié en unos personajes femeninos más complejos y un cambio «sorprendente» en el final.
Don Juan es el mito seductor, libertino e infiel. Un personaje que Molière escribió en 1665 y que ahora han adaptado a ocho manos Sergi Pompermayer, Sandra Monclús, David Selvas y Cristina Genebat, que también ha realizado la traducción. «Hemos estado dos meses peleando con la estructura, las relaciones y las palabras de Molière para que, trabajando el texto, nos hemos dado cuenta de que había tres aspectos importantes a abordar: la relación con las mujeres, el espacio y el castigo a Don Juan «. El resultado final es un texto donde el 70% es original, con unos monólogos prácticamente intactos.
Selvas reconoce un esfuerzo importante para hacer frente a la evidencia de que la manera de seducir a las mujeres del texto original se aleja mucho de la actualidad, y hacer una adaptación que ligara con el personaje ya la vez fuera actual. También para evitar caer en el clasismo que convertía a los agricultores (aquí camarera, Nausicaa Bonnín, y vigilante de seguridad, Javier Beltran) en bobos. Además, también hay un cambio completo de espacio, convertido en el hotel donde Don Juan huye tras abandonar Doña Elvira (Cristina Genebat).
Pero el cambio más grande es, sin duda, el final. Para poder estrenar la obra con un protagonista que rompe todas y cada una de las convenciones sociales de la época, Molière acaba castigándolo quemado en el infierno. Genebat explica que en ningún momento creyeron que la lucha más importante a mostrar de la obra fuera la que provoca Dios y por ello han encontrado otra manera de terminar la historia «llevando el personaje al límite». «Estoy segura que gustará, pero será toda una sorpresa», añade. «Presentamos un Don Juan que no necesita caer de la higuera, sino que más bien irá convenciendo al público que tiene razón en lo que hace, a pesar de que provoca daños colaterales».
Ahora llega al Teatro Goya con nuevos cambios, también. No sólo por el espacio, que es más reducido, sino también en el reparto: Sandra Monclús sustituye Cristina Genebat y Jordi Collet, Xavier Ricard.
«Don Juan es un yonki del presente. Es su forma de rebelión contra las convenciones, lo políticamente correcto y la hipocresía; contra los mecanismos de control social, empezando por el arrepentimiento impuesto por el catolicismo, que él se pasa por el forro. Ha decidido que la vida es divertida o no es «, explica Manrique. «Es un personaje muy desafiante y violento porque por un lado nos genera repulsión, pero a la vez nos fascina».
El actor explica que, aunque es cierto que su «enamoramiento» cambia cada diez minutos, lo han trabajado de manera intensa, con la convicción de que ciertamente se enamora y «se compromete al máximo» mientras dura. Pero no le han puesto fácil, dice Selvas. «Queríamos ponerle difícil al Manrique y hemos buscado tres mujeres inteligentes, poco dadas a embobar que no caen fácilmente en su red». «Son mujeres contemporáneas, con sus virtudes y defectos, al que no puede abordar de la misma manera que se hacía siglos atrás», añade Pompermayer, que explica que, además, aquí tendrá que encontrar un camino diferente para conseguir su interés . En este sentido, Manrique asegura que el personaje es una especie de cazador: «siendo un gran interés por la víctima, quiere conocerla bien para poder cazar y es capaz de detectar el anhelo secreto, la brecha de cada una ellas «.
La mujer de su vida, sin embargo, es Sganarelle, un compañero de viaje similar al Sancho Panza de Don Quijote. «Él es el romántico, vive el presente, y yo lo sentimental, lo que llora en las noches mirando fotografías», ironiza Manel Sans, que la acompaña en este viaje por «escapar de todas las prisiones mentales y físicas para liberarse «. Y es que por Manrique, la vocación de Don Juan no es otra que la libertad.