Tras Coses Nostres, y L’electe, en cartel en la Sala Muntaner, Ramon Madaula estrena su tercera obra, Ignots. Josep Julien y Marc Rodríguez encarnan dos amigos que ponen a prueba los límites de su amistad. Del 26 de abril al 28 de mayo en El Maldà.
«Ambos tenemos dos mujeres fantásticas». Pausa. Mirada. «Y muy guapas». Pausa. Cambio de conversación. Este pequeño comentario de un amigo de Ramon Madaula se ha acabado convirtiendo en el punto de partida de Ignots, su nueva obra de teatro. Y es que Madaula reconoce que no sólo es de los que roban diálogos y escuchan conversaciones en los bares y restaurantes -como dice Josep Julien, un deporte nacional-, sino que además, cuando escribe teatro, siempre lo hace sobre sí mismo. En este caso, muestra «el patetismo de los hombres» cuando hablan de mujeres. «Damos vergüenza, y me incluyo en ello». No pretende ser, sin embargo, una obra sobre la guerra de sexos. «Ni mucho menos, es mi línea roja. Son dos hombres hablando de mujeres, pero no quiero caer en generalizaciones».
Aunque Madaula, con modestia, explica que se trata de una «pequeña comedia» – «soy muy frívolo y demasiado poco leído por aventurarme con una tragedia» -, Julien asegura que, si bien es cierto «que es una comedia amable y divertida «, hay varias capas que, «quien quiera, podrá ver». «Habla de las pocas herramientas que tenemos los hombres heterosexuales para deshacernos de los roles de género. La herencia de la educación machista todavía pesa mucho».
Lluís y Joan son dos compañeros de trabajo que comen cada día juntos. Ambos rondan la cuarentena, tienen hijos y hace más de 10 años que están casados. «Lo tienen todo para ser felices, pero no lo son. Intentan ser padres modernos, responsabilizarse de los niños y las tareas domésticas. Ambos tienen mujeres que trabajan y, en algún caso, con más responsabilidades y sueldo». Madaula reconoce, sin embargo, que «por mucho que queramos hacer ver que lo tenemos encajado, no es así. Aunque nos cuesta asumir estos roles. En su caso, son torpes, pero lo intentan «.
Los territorios ignotos que exploran, sin embargo, vienen de otra parte. «Son fieles, pero su matrimonio está estancado», explica Madaula. «No son Don Juanes, pero sí son insaciables. Y es que, por mucho que tengamos la mejor mujer del mundo, a los hombres nos cuesta gestionar esta insaciabilidad». Es a partir de esta conversación que, los dos amigos, comenzarán a entrar en territorios imaginarios donde se verá «el patetismo del macho heterosexual ante las fantasías femeninas».
UN RETO INTERPRETATIVO
Uno de los mayores retos de la obra es el hecho de que transcurre completamente alrededor de una mesa de restaurante. «Deben evitarse todas las inercias del teatro. No pueden llamar, ni gesticular mucho. Están en un restaurante y, por tanto, están rodeados de gente. Es un trabajo muy cinematográfico pero, de lo que estoy más satisfecho, es que te olvidas que estás viendo teatro y tienes la sensación de estar escuchando los dos desconocidos de la mesa de al lado», dice el director.
«Es teatro comercial de calidad -defiende Julien-, distrae y hace reflexionar. Esto es lo que está aportando la emergencia de Ramon«.
Fotografías: Martí E. Berenguer / Texto: Mercè Rubià