Julio Manrique dirige La treva, protagonizada por Clara Segura, David Selvas, Ramon Madaula y Mima Riera. Una obra sobre periodismo, guerra y la toma de decisiones. En la Villarroel hasta el 15 de enero.
«Somos lo que escribimos, somos lo que fotografiamos». Me lo dice el periodista Plácido García-Planas todo describiendo los corresponsales de guerra. Sabe de qué habla. Ha pasado 28 años en la sección internacional de La Vanguardia y ha estado en las dos guerras del Golfo, los Balcanes, en Afganistán, Oriente Medio, Libia… Lleva mucha guerra en el corazón y en la retina, quizá por eso habla rápido y con intensidad. No hay un minuto que perder. Hemos quedado en un bar del Raval para que me explique como ha sido asesorar La Brutal en su nuevo proyecto, La treva (o, en inglés, Time Stands Still) de Donald Margulies, una obra en la que la pareja protagonista, Sarah (Clara Segura) y James (David Selvas), son periodistas de guerra.
La primera pregunta que formularle la compañía, y que se cernía en el ambiente desde la primera lectura, fue: ¿cómo puedes hacer este trabajo? Plácido tiene una respuesta: «Hace unos años, otro corresponsal que lleva muchos más tiempo que yo yendo a la guerra me dijo:« Vamos a las guerras para que nos quieran más »». Río un momento y continúa: «El ego juega un papel importante en el periodismo de guerra, como cualquier otra actividad, pero hacer una crónica implica mucho desgaste físico y emocional, así que sólo tiene sentido en la medida que la compartes» .
Clara Segura confiesa que se «enganchó» a las historias y biografías de periodistas de guerra mientras preparaba su personaje, sobre todo por lo que tienen de fascinantes y por la componente adictiva de un trabajo que transcurre siempre en la línea que separa la vida de la muerte. «La muerte siempre está. Claro que sí. Pero no es lo único», asegura Plácido. «El sexo, el humor, el amor o la ironía forman parte de la guerra. Y también la adrenalina, claro, pero los periodistas que sólo buscan esta dosis no son los que mejor explican los conflictos». Explicar la guerra, este es el desazón de estos periodistas, hacer que la tragedia de los demás tenga un sentido. Este contraste entre el sufrimiento de unos y el trabajo de los demás aparece varias veces en el texto de Margulies. Plácido me dice que él no siempre está de acuerdo en cómo se explican los conflictos: «Hay una tendencia a narrar la guerra desde el patetismo de raíz romántica. Estas crónicas que parecen pasos de Semana Santa. Esto puede ser parte de la guerra, pero no es la guerra». Él ha encontrado sus propias herramientas para enfrentarse a la tarea, que son la lírica, porque permite condensar mucha intensidad en poco espacio («Hay que meter el fin del mundo en dos folios»), y la paradoja.
Paradoja que encontramos presente a lo largo de La treva ya desde el principio. De hecho, el montaje transcurre íntegramente en un precioso apartamento de Brooklyn, el barrio de Williamsburg, en Nueva York, uno de los mejores lugares del mundo, y arranca cuando Sarah vuelve a casa herida de gravedad desde Irak. James deberá cuidar y ambos deberán tomar por primera vez en muchos años un descanso de la guerra y del trabajo. Y es que, a pesar de las apariencias, el conflicto bélico no es el único protagonista de la historia. Como explica Julio Manrique, director del montaje: «Esta es una obra sobre una pareja que tiene que tomar decisiones. Sobre el hecho de que llega un momento en la vida que tienes que elegir y decidir cuál es tu apuesta». Una crisis vital que, según Plácido, es habitual entre los periodistas de guerra, aunque no siempre hay un gran susto para que aflore: «A menudo, la crisis llega por las contradicciones», por la distancia entre lo que se vive en la guerra y en casa. Una crisis que los otros dos protagonistas de la historia, Richard (Ramón Madaula), editor y jefe de la pareja, y la Mandy (Mima Riera), la jovencísima nueva pareja de Richard, parecen tener más que resuelta.
«La treva tira preguntas y salpica al espectador» sigue Manrique. Estamos ante un montaje que hace que te posiciones y no te deja ningún momento para sentirte cómodo. Que hace aflorar las contradicciones en que vivimos, y nos obliga a preguntarnos por qué elegimos lo que elegimos y plantearnos qué significa ser valiente. «Margulies lo pone todo patas arriba. ¿Qué es más heroico? Ir a Irak o tener un hijo? «Se pregunta David Selvas. El montaje no da ninguna respuesta, pero eso es precisamente lo que lo hace interesante.
Text: Gema Moraleda